¿Cuántos fragmentos son necesarios para contar la historia de una privilegiada familia numerosa? Durante el verano de su infancia, rodeado de tíos y tías, perros, guarenes, vacas e insectos, el niño Ramón se adentra en el sureño bosque de cedros grises. No sabe si subirse a una rama y dibujarle las sombras a su dibujo para entender los golpes en la mesa de cada almuerzo. No sabe si escapar del diablo y cruzar el portón del fundo hacia las precarias casas del pueblo. No sabe si dejar definitivamente de comer, o ser valiente y abrir los cajones de su abuela para encontrar de una vez las fotos que lo muestran todo.
En El hacedor de camas, primera novela de Alejandra Moffat, el árbol genealógico de la narrativa chilena se revela como un esqueleto boceteado por una mano en formación, relato tan complejo como inocente, tan cariñoso como autoritario, tan íntimo como plural.