El 9 de junio de 1925 desembarcó clandestinamente en Valparaíso el anarquista leonés Buenaventura Durruti, acompañado de sus compañeros Los Errantes. Cuatro días atrás en el norte, en la oficina salitrera La Coruña, había ocurrido una de las más despiadadas matanzas obreras, entre las muchas que aún coagulan en el fondo de la República de Chile. Luego de algunas semanas en Santiago un grupo de enmascarados con acento español asalta la sucursal Matadero del Banco de Chile. La prensa los bautiza con un nuevo nombre: Los Apaches. Esta, la octava novela de Antonio Gil se pregunta: ¿quién mató a Durruti? ¿La Iglesia, el imperialismo, la fatalidad, el Estado, la añoranza o la internacional?
En su prosa brava, cariñosa y telúrica, Apache recupera el relato de aquellos reporters, cajeros, curas, policías, arrieros, lectores, espías y navegantes que despuntan desde toda su obra anterior para armar una investigación histórica, un caleidoscopio de intrigas heroicas que sólo se permiten ir hacia adelante, sorteando los escollos de cualquier narrativa de la derrota.