Este cuento fue escrito por Felipe Becerra en París durante 2014. Fue publicado simultáneamente en francés como parte del proyecto Epreuve sans titre, de la artista Manon Harrois, en Champagne-Ardenne.


«Nos dijeron que siguiéramos el reguero de leche. Entre las sombras de los edificios un hilillo líquido espejeaba la luz de una luna plateada. Uno de nosotros –no sabemos quién– pensó que ese reguero semejaba la sedosa baba de los caracoles en las noches de equinoccio. Otro –tal vez yo mismo– vio en ese arroyuelo las ondulaciones de una larga lombriz de mercurio. Y como si fuésemos enmadejando la extensión de esa lombriz o de esas babas, nos dimos a seguir por las estrechas y mojadas callejuelas de la ciudad el resplandor de sus meandros argentinos. Nos habían dicho que siguiéramos el reguero de leche. Así lo hicimos: confiábamos en que esa vía láctea nos conduciría al primer cómplice de nuestra conjuración.»