Sobre su cama, rodeada de libros viejos y abrumada por las imágenes del televisor encendido, una mujer juega con la biografía de la reconocida dramaturga chilena Isidora Aguirre para escribir un largo mensaje de amor a un poeta salvadoreño que acaba de ser asesinado.
Esta melancólica Carta a Roque Dalton no sólo es la descripción del fin de una época, resaca y contrapunto de las desmesuradas fiestas de los escritores hispanoamericanos en la Casa de las Américas de La Habana –durante los años sesenta– que narra, sino también una serie de confesiones íntimas que toma la forma de una inusual novela de fantasmas.
El prólogo de esta edición es de Mónica Ríos. Ernesto Guajardo escribió el epílogo.