Los textos que componen Lo que vibra por las superficies, primer volumen ensayístico publicado por Guadalupe Santa Cruz, comparten una lengua trizada por esa violencia –cotidiana, histórica– que fundamenta las políticas, las voces y los territorios chilenos: «No es casual que entre las nociones de “pueblo” y “la gente” se ubique un tiempo de torturas y de terror. Allí se fraguaba ya la dispersión necesaria para establecer las listas de nadie de la ingeniería social y del mercado».
Este registro de la crisis pone en juego espacios, experiencias, prácticas y discursos acallados por el exitismo de la inagotable transición social de nuestras últimas décadas, para ensayar así un reclamo –personal, complejo, imaginativo– por una justicia colectiva que lleve a la superficie y nos haga vibrar los quebrantados cuerpos, nombres y pasajes en «la escritura y no antes de ella, [sin] limpiar la mugre y la hilacha que le adhiere la experiencia».