Justo Abel Rosales nació durante 1855 en Quillota. En su juventud, participó en la Guerra del Pacífico, donde llevó el diario Mi campaña al Perú: 1879-1881 (recién publicado en 1984).

A partir de 1876 fue archivero de la Real Audiencia, de la Contaduría Mayor, de la Capitanía General y de la Casa de Moneda en tiempos del traslado de sus colecciones a la Biblioteca Nacional. En 1889 publicó Los archivos históricos de Santiago, libro en que dio cuenta de sus investigaciones bibliográficas. Trabajó en la creación de un archivo unificado de manuscritos hasta 1891, cuando su defensa del gobierno de José Miguel Balmaceda le valió la expulsión de la Biblioteca Nacional. En ese período colaboró como redactor en diarios de la capital. En La Libertad Electoral publicó por entregas las crónicas «La apoteosis de Arturo Prat» y «La bibliografía del literato don Miguel Luis de Amunátegui». En 1887 publicó La Cañadilla de Santiago: su historia y sus tradiciones. 1541-1887 y luego Historia y tradiciones del Cementerio Jeneral de Santiago. Desde entonces se dedicó a la prensa de guerrilla y fundó en 1891, junto con Salvador Soto, La Democracia. Militó en el Partido Democrático y formó parte de la Sociedad de Guerreros del Pacífico, de la Asamblea de Arturo Prat, de la Sociedad de Protección Mutua de los Empleados Públicos, de la Asociación de Prensa y del Comité Patriótico Popular Manuel Rodríguez. Fue secretario general del comité patriótico encargado de trasladar a Santiago los restos de Manuel Rodríguez, tras lo cual publicó La hoja de servicios y la vida de Manuel Rodríguez (1895). En ese tiempo también publicó sus otras obras: Historia de la Cárcel Política de Santiago (1893), Los amores del diablo en Alhué, acontecimiento estraordinario, fantástico i diabólico (1895) y La negra Rosalía y el Club de los Picarones (1896).

Justo Abel Rosales murió por un tumor al estómago en 1896, a los 41 años. La Asociación de Prensa costeó sus funerales y un lugar en el Cementerio General, el nicho 428, hoy 1355. Más tarde sus restos pasaron a ocupar la fosa común.