Aparentemente, los vientos fascistas están tan revueltos en Chile que incluso invocan los viejos argumentos antisemitas a su favor para leer en la conveniencia. La gente pragmática siempre se ha creído dueña, no saben que su poder es temporal.
Por eso no hay que deprimirse con el hecho de que Isabel Allende haya ganado el Premio Nacional de Literatura chileno, eso significa que nuestras ideas de nación y de literatura están en crisis ya desatada y evidente para todo el mundo. El traje del emperador ya empieza a provocar carcajadas. Pero esto es el típico salón de los poderes pequeños de Santiago; Chile es otra cosa, una enormidad muchísimo más compleja y difícil de manipular por el ser humano.
Lo curioso de este cuento es que el conocido cineasta Joaquín Eyzaguirre encontró súper chori la nota y la pegó en su post de Facebook. Acto seguido se le fueron encima varias personas, entre ellas la hermana del Ministro del Interior de Piñera, Ximena Hinzpeter, que probablemente asimilaron la idea de que se estaba refiriendo al gobierno de turno y a sus asesores estrella, así que lo acusó de izquierdista, desubicado, y lo acusaron de antisemita y xenófobo, entre otros exabruptos. Menos mal que no estaban en un carrete porque si no hubiera terminado a combos la cosa. Por si fuera poco, la reacción redundó en que la editora de La Nación Domingo, Ana Verónica Peña, fuera despedida por publicar esta columna y se censuró a Antonio Gil. Esta editora es conocida por, el mismo día que asumió Piñera, cortar al columnista Patricio Mery, actual director de Panorama News. Aquí la columna que provocó la ira de los doctos empresarios privados y públicos Platovski y Hinzpeter:
LA SOMBRA DE MAMMÓN
Por Antonio Gil
«Y entonces la bella e inexorable Melpómene y el fiero Wekufu se desvanecen para dejar su lugar a Mammón, el demonio judío de la avaricia y la codicia. Desaparecen pues de nuestro imaginario de golpe las presencias idealizadas, sublimadas, de lo inevitable, y emerge, con un retintín de oro, el verdadero culpable de la totalidad de nuestros males. A veces creemos entrever, como en sueños, erguida contra nuestro óseo roquedal andino y en el «puro cielo azulado», la figura bella y feroz de Melpómene. Ella, la musa griega inspiradora de la tragedia se nos presenta siempre tal y como es descrita en los libros: «ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro, una corona o un puñal ensangrentado». Otras veces, entre los silbos del viento sentimos allegarse la presencia sigilosa de Wekufu, el dios mapuche de la muerte y la destrucción, batiendo a Ngenechen, el dios de la vida. Y los números terribles se repiten en este ineludible triunfo de la fatalidad. El 27 de noviembre de 2005, 33 personas abordaron una embarcación de sólo 6 metros de largo, con capacidad para 16 ocupantes. Además la lancha llevaba carga. Las siempre peligrosas aguas del lago Maihue, que en mapudungun significa copa de madera, y el sobrepeso de la adicional, hicieron naufragar el pequeño lanchón.Hay ocasiones en que el desastre (que como sabemos quiere decir «lejos de la estrella») exige un poco más para su morral, como ocurrió el 18 de mayo de ese mismo año cuando en la zona cordillerana de Antuco, al interior de Los Ángeles, murieron congelados 44 soldados conscriptos y un sargento. La mayoría de las veces se trata de gente pobre, de miembros de los sectores más frágiles y abandonados de nuestra sociedad. Y entonces la bella e inexorable Melpómene y el fiero Wekufu se desvanecen para dejar su lugar a Mammon, el demonio judío de la avaricia y la codicia. Desaparecen pues de nuestro imaginario de golpe las presencias idealizadas, sublimadas, de lo inevitable, y emerge, con un retintín de oro, el verdadero culpable de la totalidad de nuestros males. Un demonio cebado en el lucro y en la más extrema cicatería. Ese es el verdadero demonio que gobierna, desde hace ya demasiado tiempo, el alma de Chile, arrasando a la bella Melpómene y al guerrero Wekufu, quienes no hacen otra cosa que cumplir sus deberes cerrando los ojos. Si vemos caso a caso las grandes desgracias que ha sufrido el país, descubriremos tras cada una de ellas la sombra de Mammon y sus explicaciones y comisiones y mentiras. Balseraphs son nombrados en las antiguas tradiciones los «abogados infernales».«Los Balseraphs que sirven a Mammon pueden convencer a sus víctimas de que hasta el hecho más atroz será en extremo beneficioso». Son los demonios que ofrecen indemnizaciones y compensaciones. Antes de la caída, Mammon era un serafín al servicio de Dios. Pero su corazón se llenó con el deseo del oro y se unió a Satanás en la rebelión contra el Creador. Cuando la guerra en el cielo terminó, según la tradición rabínica, «los pecados de Mammon eran peores que los de cualquier otro de los caídos».Y él hoy, por desdicha, ha penetrado incluso en las iglesias, en los ministerios, por no hablar de entidades financieras, que es donde pernocta diariamente. Wekufu y Melpómene retroceden con horror cuando ven el recorte de presupuesto para una nueva lancha en un lago remoto. Cuando se asoman sobre el hombro del contador, que con su lápiz rojo elimina defensas en los socavones mineros u «optimiza» los gastos en material de invierno para los soldados que sirven a la patria. Chile está en guerra. Tenemos que aniquilar a ese demonio antes que todos seamos avasallados por la bestia».
Señores:
No conocía su página de Internet,me parece muy interesante y por ello me permito remitir a Uds. copia de carta que envié al Director de La Nación Domingo acerca de lo ocurrido con Don Antonio Gil.
Atentamente,
ricó, 02/09/2010
Señor Director:
A propósito de Un desafortunado episodio (página 3 del más reciente número de LND), creo indispensable dirigirme a Ud. por la, a mi parecer, extraña y exagerada interpretación que el Sr. Presidente de la Comunidad Judía de Chile y el Sr. Presidente del Directorio de la Empresa Periodística La Nación S.A. han hecho de la columna del Sr. Antonio Gil “A la sombra de Mammon” y la caricatura de Gai que la ilustra.
He vuelto a leer y releer esa columna, y por parte alguna encuentro en ella (cito: “dicha columna y caricatura reproduce las más odiosas expresiones antisemíticas”) sino el uso de un personaje, ya citado en los evangelios como símbolo de la riqueza y avaricia desmedidas, para asimilarlo a hechos que se siguen presentando en Chile, muy lejos de cualquier ofensa al pueblo judío. Cierto que Mammon habría sido un ente mítico judío, pero no veo donde está la falta de usar esta figura ya que todos los pueblos tienen entre sus mitos seres malvados, que en las doctrinas judía y católica son personificados por Satán bajo diversos aspectos.
En lo que a mí toca, no acepto el antisemitismo ni persecución alguna por el credo religioso que se
practique. Sin embargo, en esta ocasión encuentro un exceso de piel sensible, que si en algunos momentos históricos se justificó por lo que sufrieron, no tiene por qué serlo así actualmente y menos en nuestra patria.
Lamento que perdamos, como fieles lectores de LND, las opiniones siempre versadas de don Antonio Gil y los atinados dibujos de GAI, sin querer desmerecer en lo más mínimo a Mico.
Atentamente,
Mario Molina Capitani
RUT 4.050.164-9
mmolina39@123mail.cl