Hay un ejercicio público que es privado, una instancia eminentemente política que es pura intimidad, un acto solitario que consiste en escuchar a los otros y justipreciar a quien no está hablando cuando pronuncia ese verbo: leer. Por eso en Sangría estamos contentos de poder celebrar -en pleno proceso de descongelamiento, ebullición y por fin diálogo sobre lo que importa, lo que urge y lo que se simula desgraciadamente en las sociedades donde vivimos-, celebrar el extraño ejercicio de la lectura pública. Porque un lanzamiento literario no es otra cosa que la reunión de un grupo más o menos heterogéneo de personas para leer, discutir y ensimismarse en masa sobre los problemas que les plantean directa e insconcientemente las voces que vienen dentro de un libro. Este martes 13 de diciembre, en el restobar UVA de la santiaguina Plaza Ñuñoa, se aglomerarán a las siete y media de la tarde cien personas para observar la cara ensangrentada de un payaso muerto en una habitación de motel, según empieza la  La risa del payaso, de Luis Valenzuela Prado, y discutirán en silencio cómo una novela puede intervenir en el montaje de la realidad mediante un humor que -justamente- parece convencernos de que la reivindicación pública sólo se logra en las más minúsculas conversaciones, en los acuerdos de un grupo aparentemente inofensivo de gente como la que estará ese día y también el jueves 15 de diciembre, en el Teatro del Puente del también santiaguino Parque Forestal, caminando en masa por un bosque de cedros grises del sur de Chile hacia el lanzamiento de El hacedor de camas, de Alejandra Moffat. Y los que estén tomados de las manos dejarán de hacerlo, y los que estén solos encontrarán una mano que aferrar como el solitario niño narrador de esta novela busca una imagen de colectividad en medio del bosque, en el motel, encontrándose sin embargo con quienes estaremos ahí a punto de leer colectivamente, de brindar por el acto de leer en algún tipo de comunidad sólo porque sabemos que esos desconocidos que se apiñaban ahí estarán incorporando estas mismas palabras ajenas y familiares las próximas semanas, meses, ojalá años.