Fue rápido: la propuesta, la llegada de los cuentos, editarlos, conseguir la plata, mandarlo a la imprenta, hablar con un distribuidor. Lo que tomó más tiempo fue la decisión de tomar este tren, el de la editorial.
Hace ya tiempo estábamos tentados con una idea como esta; tal vez desde que empezaron a aparecer frente a nuestras narices libros de un contenido deseable, pero en una envoltura empolvada y ruinosa. No me acuerdo qué día fue que tomamos la decisión, pero sé que al día siguiente llegó un correo-e de Salvador Luis a la casilla de Carlos inquiriendo sobre qué editorial podría estar interesada en publicar esta compilación en Chile. Nostros sabíamos de El arca, porque Carlos había sido invitado a participar en ella. Así que él mismo ofreció nuestra editorial, que aún no existía legalmente, sino en nuestras cabezas.
Y ahora, sólo cuatro meses después, está el libro editado en nuestras manos; en algunas librerías chilenas; por correo regular, camino a las estanterías de los libros de los autores de los cuentos, y ya en treinta o cuarenta casas de lectores que se tentaron con la portada y el contenido.
Hace ya tiempo estábamos tentados con una idea como esta; tal vez desde que empezaron a aparecer frente a nuestras narices libros de un contenido deseable, pero en una envoltura empolvada y ruinosa. No me acuerdo qué día fue que tomamos la decisión, pero sé que al día siguiente llegó un correo-e de Salvador Luis a la casilla de Carlos inquiriendo sobre qué editorial podría estar interesada en publicar esta compilación en Chile. Nostros sabíamos de El arca, porque Carlos había sido invitado a participar en ella. Así que él mismo ofreció nuestra editorial, que aún no existía legalmente, sino en nuestras cabezas.
Y ahora, sólo cuatro meses después, está el libro editado en nuestras manos; en algunas librerías chilenas; por correo regular, camino a las estanterías de los libros de los autores de los cuentos, y ya en treinta o cuarenta casas de lectores que se tentaron con la portada y el contenido.