En medio de la humareda de palabras de prensa que nos impide -a quienes estamos lejos o encerrados- mirar bien la magnitud del descontento social que en distintas ciudades de Chile y de otros países del mundo convence a miles a que salgan a hacer algo por sí mismos, preparamos la salida de nuestra nueva colección Ensayo. La tarde de ayer, el mismo día en que entraba a imprenta Las novelas de la oligarquía chilena, cuyas páginas filudas inaugurarán el pensamiento crítico contingente y la acción literaria de largo aliento en Sangría Editora, su autor Grínor Rojo se dirigía a los centenares de personas -jóvenes y viejos, perros, pájaros y gatos- reunidos tranquilamente en la Plaza de Armas de Santiago para discutir y escuchar propuestas de reforma a la educación que reemplacen en su objetivo esa fea palabra romana lucro por otras de etimología más diversa como achoclonamiento y plenitud, mezcolanza y empeño, sinceridad y apertura. Micrófono en mano, Grínor Rojo por un momento hizo que para algunos de los presentes tuviera sentido -por primera vez en tanto tiempo- que un intelectual sea profesor en algo que se llama academia, y que ese intelectual sea un escritor: alguien que mira alrededor suyo y dice lo que ve, lo que no ve y lo que le gustaría que apareciera ahí con sus palabras.