Sangría Editora / Sangria Legibilities
Crítica de Artemio Echegoyen a La sombra del humo en el espejo, en La Nación de Santiago
Novedades de Sangría Editora: La sombra del humo en el espejo, de Augusto d’Halmar
En la colección Reserva de narrativa chilena publicamos La sombra del humo en el espejo, de Augusto d’Halmar.
Augusto d’Halmar nació en Santiago en 1882. Hijo del navegante bretón Augusto Goemine y de la chilena Manuela Thomson, tomó el apellido de su bisabuelo sueco para firmar una obra narrativa marcada por el cosmopolitismo y la complejidad.
Inspirado en novelas como Resurrección, fundó junto a Fernando Santiván y Julio Ortiz de Zárate la Colonia Tolstoyana de San Bernardo en 1904, que sin embargo duró pocos meses. Ejerció como cónsul general de Chile en Indostán desde 1907 a 1909, año en que fue trasladado a Eten, Perú, donde ejerció la diplomacia hasta 1915. A partir de ese año se integró a Pedro Prado, Acario Cotapos, Alfonso Leng y Juan Francisco González, entre otros, en el grupo artístico Los Diez, con quienes participó en coloquios literarios y creó la revista homónima.
En 1902 publicó la novela Juana Lucero. En 1917 se radicó en Buenos Aires y después en Madrid, donde publicó Nirvana, Mi otro yo y La sombra del humo en el espejo entre los años 1918 y 1924. También en 1924 publicó Pasión y muerte del cura Deusto. Luego, en 1934, publicó Capitanes sin barco, cuando regresó definitivamente a Chile entre homenajes a su labor cultural. En 1942 se hizo merecedor del Premio Nacional de Literatura, que había sido creado el mismo año.
Augusto d’Halmar murió el 27 de enero de 1950. En su tumba puede leerse la frase con que concluye La sombra del humo en el espejo: “Nada he visto sino el mundo y no me ha pasado nada sino la vida”.
Escrita en París durante 1918, La sombra del humo en el espejo es un punto de inflexión en la obra de Augusto d’Halmar y también en la literatura chilena: es la apertura del enclaustrado narrador santiaguino a otras tradiciones y relatos. A través de Egipto, por el Sahara y en el relato de su idilio con el muchacho Zahir –junto al cual el protagonista continúa rumbo a la India y Estambul, Atenas y París, pasando por diferentes destinos en Italia, Suiza y Marsella, para terminar solo en Perú–, esta primera novela de la tetralogía transeúnte de d’Halmar presenta una escritura donde el tiempo es retenido por las sensaciones y los padecimientos físicos del narrador, que lucha con el pasar de la página como contra un sentimiento de pérdida que acecha los recuerdos.
Reportaje a El rincón de los niños en Las Últimas Noticias de Santiago
Crítica de Rodrigo Pinto a El rincón de los niños, en El Sábado de El Mercurio de Santiago
http://www.lun.com/REVISTAS/CONTENIDOPAGINAV2.ASP?pagina=SAPRO010200809201H.SWF&fecha=2008-09-20&nomencRev=SA
Los nuevos libros de Sangría en 2008
Esperamos los resultados del Fondo de Fomento al libro en vano: nos dijeron que nuestra colección no tenía «coherencia temática». Obviando la tiranía del tema en la literatura, estamos publicando tres novelas que inauguran nuestra nueva colección Reserva de narrativa chilena. Un nuevo diseño de Joaquín Cociña -que hemos decidido llamar «nuestra guagua colorada»- indica que estamos frente a novelas polémicas y al mismo tiempo hermosas:
El rincón de los niños de Cristián Hunneus, con un epílogo de Adriana Valdés y una nota inicial de Carlos Labbé.
Carta a Roque Dalton de Isidora Aguirre, con un epílogo de Ernesto Guajardo y una nota inicial de Mónica Ríos.
La sombra del humo en el espejo de Augusto D’Halmar, con un prólogo de Ricardo Loebell.
El dragón de Komodo
Estas fueron las palabras que Carlos Labbé, coeditor de Sangría, leyó en el marco del Festival de Microeditoriales el 18 de agosto de 2008:
«A pesar de que vivimos en una ciudad, en un país occidental, en un mundo moderno donde cada paso que damos, cada lugar al que accedemos y cada instancia de reunión con otras personas están previstos por las necesidades económicas de la producción industrial, de la identidad colectiva que necesita el trabajo en cadena y que inventa en las ficciones mercantiles –que llamamos publicidad, televisión o internet, indistintamente–, hay un medio de comunicación entre las personas que es realmente raro: el libro literario, pedazo de árbol anacrónico ante el cual las personas se quedan detenidas durante horas, de manera inexplicable, sin fabricar nada, sin moverse, en una conversación que excede la privacidad porque nadie puede oír a quien lee, ni entenderlo, ni estudiarlo, ni hacerlo que venda o compre algo en ese momento, ni controlar que no haga nada inapropiado.
Contradictoriamente, el libro ha sido uno de los pilares en la construcción del sujeto moderno: el libro inventó al individuo cuando todos éramos nación, el libro nos enseñó a leer, a escribir, a convertirnos en seres humanos modernos que queremos ver tele, comer pop corn, ir al estadio y estar siempre insatisfechos de nuestra vida. El libro, también, es un negocio que factura millones de millones de millones en el mundo civilizado, y cada año aumentan las ventas de esas extrañas empresas que hacen dinero de la actividad más silenciosa de todas. ¿Cómo hacer para que el libro vuelva a ser un medio inasible, arcaico, gratuito? ¿Cómo pueden vivir en un mundo de permanente trabajo aquellos que tienen el oficio antiguo de fabricar libros sin otro interés que permitir una vía de conocimiento profundísima, intensa y única al individuo a través del texto, los editores?
Les presento al Dragón de Komodo, el reptil de mayor tamaño en el mundo. Vive en la mayoría de las islas de Indonesia, entre el Asia suroriental y el norte de Oceanía. A pesar de que mide entre dos y tres metros, y que pesa entre ochenta y ciento cuarenta kilos, es un animal lento e introspectivo que sólo come carne en descomposición. Para matar a su presa no se da el trabajo de correr detrás de ella y atraparla, sino que se desliza cuidadosamente entre la arena, las rocas o el agua para darle una sola mordida profunda en cualquier parte del cuerpo. Luego se aleja, se sube a una roca y espera. En algunas horas el animal mordido por el Dragón está muerto y empieza a podrirse, ya que su saliva tiene más de ochenta tipos diferentes de bacterias que provocan una septicemia inmediata en la carne donde se adhieren.
Los Dragones de Komodo son individuos solitarios. Suelen movilizarse en pareja, y a veces se reúnen hasta con diez congéneres para nadar.
Como el animal más grande de Indonesia que es, desde hace más de cinco mil años los habitantes de esas islas mantienen una serie de ritos alrededor de su figura. Uno de los más importantes consiste en visitar en primavera las playas de Komodo, donde los Dragones se aparean con movimientos inusualmente gráciles y rápidos para sus enormes cuerpos, y se vuelven irascibles y celosos de su territorio. Tan antiguo también es el oficio del remador de Komodo, que echa al mar –en los principales pueblos de las islas– su canoa grande para ofrecer el viaje de visita a los dragones, que desde siempre ha tenido un carácter iniciático entre los jóvenes lugareños, que a los catorce años se ponen a prueba de que son capaces de nadar en las azarosas costas primaverales de Komodo y volver vivos a la canoa. Por eso desde el año 1912, cuando por primera vez el holandés Peter A. Ouwens, director del museo de Yakarta, dio a conocer en un Simposio de la Sociedad Científica de París una descripción y un dibujo del Dragón, con énfasis en la peligrosidad de su mordida, los gobernantes ingleses y holandeses de Indonesia prohibieron la navegación civil en las aguas de Komodo. La vigilancia se hizo estricta desde 1926, cuando W. Douglas Burden capturó veinticinco ejemplares en la isla y lanzó la hipótesis –comprobada en laboratorios de Chicago, Estados Unidos, en 1974– de que los Dragones de Komodo son los únicos animales prehistóricos que viven en nuestra era, y que se han mantenido sin evolucionar en esas islas desde hace ciento treinta y seis millones de años.
La prohibición de navegar en embarcaciones livianas las costas de Komodo, y de visitarlas por motivos que no fueran políticos, militares, turísticos o científicos, se mantuvo hasta 1945, cuando Indonesia se independizó. En el intertanto, las autoridades europeas fundaron veinte zoológicos en distintos poblados de las islas, desarrollaron programas de inserción de animales domésticos en las casas y departamentos de los habitantes de Yakarta, realizaron una importación masiva de aves desde las islas canarias, en vano: año a año jóvenes y viejos indonesios se negaron a tener gatos o perros en sus casas, a alimentar a los pájaros enjaulados que les regalaba el gobierno, a subirse a los buses especiales que ponían a su disposición para visitar los zoológicos los días festivos. Incluso se construyó una reserva natural que permitía a los habitantes de las islas cercanas recorrer un sendero donde, detrás de rejas, podían observar a los Dragones sin peligro. Pero nada funcionó. Cada primavera siguió existiendo –de manera clandestina, la mayor parte de las veces de noche, cuando había luna, en complicidad con la policía local– el oficio del remador de Komodo, hombres cuyos músculos, ojos y respiración estaban especialmente preparados para surcar las aguas y llevar a los jóvenes deseosos de ser iniciados en el nado por aguas peligrosas, y a sus familiares que necesitaban presenciar el encuentro entre esos cuerpos nuevos de su familia y esas criaturas enormes, antiguas, apacibles, corrosivas, enigmáticas a las que temen y admiran.
Quizá sea necesario agregar que actualmente –como siempre en sus millones de años de existencia– se ha anunciado que los Dragones están a punto de desaparecer. Las organizaciones zoológicas mundiales, por supuesto, tienen a este animal en su lista roja de especies amenazadas de extinción. Y nosotros, los editores de las diecisiete microeditoriales que estarán celebrando esta semana y todas las microeditoriales que existen, queremos ser los remadores de Komodo.
A continuación queremos presentarles a las diecisiete microeditoriales que estarán con nosotros esta semana, en cada mesa de discusión, lectura transmedial, conversando con una copa de vino en la mano o un libro.
En enero de este año hicimos una investigación para dar con las microeditoriales que existen en Chile, y también en otros países de habla castellana de nuestra América. A muchos los contactamos por correo electrónico, a los menos los llamamos por teléfono, y trece de los editores autogestionados chilenos nos respondieron que les interesaba juntarse a conversar de todo esto. Luego invitamos a cuatro microeditoriales de otros países, dos argentinas, una peruana y una mexicana, y todos dijeron que sí, encantados. Así que a esta fiesta vendrán:
1. Sangría Editora
2. Ediciones Mantra
3. Ediciones Frontera Sur
4. Ediciones Puerto de Escape
5. Ediciones de la Calabaza del Diablo
6. Ediciones Lanzallamas
7. Editorial Ciertopez
8. Colectivo Lingua Quiltra
9. Ediciones del Temple
10. Editorial Estruendomudo (Perú)
11. Ediciones Tácitas
12. Interzona Editora (Argentina)
13. Metales Pesados
14. Editorial Mansalva (Argentina)
15. Editorial Sexto Piso (México)
16. Editorial Problema
17. Ripio Ediciones
18. Ediciones Animita Cartonera
Obviamente, antes de bailar y soplar velas es necesario hacerse amigos. Conversar. Conocer quién va a ser tu invitado, con quiénes vas a estar en el viaje, qué es lo que le interesa a esos primos tuyos a quienes nunca has visto pero sabes que tienen tanto en común como diferencias. Entonces nos sentamos a escribir un cuestionario sobre cada uno de los puntos que nos parecen relevantes en el problema de la creación editorial, de las concepciones literarias, del funcionamiento concreto de un sello minúsculo de publicación en el mundo, de las relaciones culturales que podemos establecer entre nosotros, de nuestro vínculo con las sociedades en que vivimos, de lo local, de lo particular, lo general, lo internacional, lo global.»
Palabras de bienvenida de Mónica Ríos al Festival de Microeditoriales
Yo, Mónica Ríos, presenté el Festival de Microeditoriales el lunes 18 de agosto de 2008 como a las seis y media con estas palabras:
«Estimados editores y amigos,
Estamos aquí porque sabemos que durante los próximos cinco días se va a desarrollar en las instalaciones del Centro Cultural de España y de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, el Festival de microeditoriales. Durante la organización de este evento surgieron varias preguntas, por parte de las personas invitadas a participar y que rechazaron la invitación, o por parte de los interesados en venir: ¿qué es una microeditorial? ¿Por qué no hablar de editoriales independientes? ¿Por qué llamarlo Festival en vez de algo más serio como “encuentro” o “charla”, o ponerle otro nombre cualquiera como el que se organizó en Perú hace poco con un ánimo parecido? Y luego, ¿por qué no invitar a los organismos institucionales vinculados al libro, como Cámara chilena del libro y la Asociación de Editores independientes? Y, por el absoluto contrario, ¿por qué siquiera involucrar instituciones en esta conversación?
Todas ellas tienen respuestas que espero se resuelvan a medida que pasen los días, pero parece necesario declarar el punto de vista de los organizadores que expliquen el porqué de todas estas cosas.
Cuando Sangría Editora envió un comunicado sobre el primer libro que sacó como editorial a principios de este año, recibió un llamado de Natasha Pons. En ese momento, verano aún, ella estaba planeando un festival de autogestión que involucrara las artes plásticas, publicaciones como revistas, sellos de música y no tengo claro si otra cosa más. Este correo gatilló en ella el interés de ampliar este festival a la autogestión literaria. Gestión implica, enmarcado en este espíritu, preguntarse por los organismos o esfuerzos por llevar a la producción literaria más allá de los límites de los que la producen. Más tarde en nuestra organización, se involucró otra persona, Jovana Skármeta, que coordina el Magíster de edición de la Universidad Diego Portales, una instancia que está preocupada, siguiendo la moda española, de profesionalizar el oficio de la edición o por lo menos de organizar el conocimiento previo que hay sobre este trabajo en nuestro país. Se podría decir, entonces, que en la organización de este festival, más que instituciones, hay personas.
Se podría decir eso, claro, pero no se puede soslayar el hecho de que estamos una vez más, la literatura, los editores y la lengua, amparados bajo el ala cultural de España y de la universidad. Mucho tiempo ha pasado ya desde la colonia territorial, para llegar a esta otra forma de presencia que transforma las líneas por medio de las cuales las instituciones y su marco ideológico se hacen presentes en nuestra cotidianidad. Sin duda, la mirada externa nos detecta, nos organiza, y nos devuelve al mundo como una entidad constituida y reconocible.
Creo que estos cinco días deberían decir lo contrario: todas las diecisiete editoriales que participan en este festival no constituimos una entidad gremial ni empresarial; no nos estamos organizando para hablar sobre el IVA del libro (aunque eso nos preocupe en alguna medida) ni para exigir al Estado y a la Cámara de Comercio cosas que puedan optimizar nuestra gestión empresarial, a pesar de que se nos ocurran muchas cosas que pueden mejorar la presencia o la manera en que vive el libro en Chile.
Entonces, debo decir, las instituciones, sí, nos han prestado lugar donde podamos cobijarnos y plata para invitar editores de otros países que nos relaten experiencias que pueden alimentar la discusión. Pero este evento no es institucional. Me parece que por ahí va el espíritu de lo que es una microeditorial, un término un poco amorfo que nadie sabe bien qué significa más que los que propusimos este nombre para denominar a un volumen de trabajo, a una cantidad de personas y a proyectos literarios reales que plasman miradas sobre la literatura y la letra.
Una microeditorial es una editorial independiente, por cuanto este término se refiere a una entidad económica-ideológica compleja y que manifiesta que los capitales que conforman el proyecto editorial no están sujetos a ningún conglomerado económico ni político. Más bien, manifiesta la intención de poner en marcha ideas ligadas a la política en sentido amplio y etimológico, esto es, como parte de lo que está sucediendo ahora en nuestra polis. Sin embargo, no tomamos ese nombre, el de editoriales independientes, porque aquí en Chile esa categoría denomina un tipo de proyecto un poco distinto al que nosotros convocamos aquí: las editoriales independientes en Chile son grupos, empresas pequeñas o medianas donde entre cuatro y nueve o más personas se han dividido las tareas siguiendo el modelo industrial; estas empresas ubican a sus dueños como los portadores de ese sistema de ideas y del gusto, haciendo que el sello y el nombre de la persona vayan de la mano o sean casi lo mismo; además, realizan una tarea de campo al reunirse en una asociación que busca reconocimiento a nivel parlamentario y ministerial. Con todas esas cuestiones positivas y negativas, las microeditoriales no tienen ese carácter.
Debemos reconocernos: somos menos personas las que trabajamos en cada uno de estos proyectos, cuyo sustento depende de la consistencia del proyecto editorial. Hay un trabajo artesanal y de amor al libro que invocan a su contenido, a su posibilidad como ente comunicador, y a su propuesta física, todas partes de un proyecto que nace de la participación de una a tres personas en la totalidad del proceso de producción de un libro. De ahí también la dificultad de que nuestras creaciones tengan la misma presencia que los productos hechos bajo un esquema de la división del trabajo: la poca posibilidad de aparecer en la prensa, el bajo número de las tiradas, los problemas de distribución, la irregular relación con los libreros y con el público. El conocimiento de nuestro campo de acción que nace de haberse dedicado o participado en cuanta cosa se nos pase por delante, ya sea como trabajo que da plata o como parte de un trabajo intelectual, nos invita a operar bajo otros esquemas: arrojo en el proyecto creativo, libertad de ponerlo en circulación. Las dificultades que alimentan el espíritu del proyecto producen maneras alternativas de concretar los proyectos, así como la experimentación y la búsqueda de nuevas manifestaciones y medios para la edición.
Estas son algunas cosas que se me ocurrieron que cada una de las editoriales micro pudieran tener en común y a diferencia de las llamadas en Chile editoriales independientes. Por eso el nombre –microeditoriales– que sacamos de la tradición francesa. No se trata esto de que estas características que mencioné queden firmemente establecidas, pues más de alguno de los dedicados a la edición de este tipo no estará de acuerdo con alguna de ellas. Para eso es este festival: una celebración de todo lo que nos reúne y lo que nos hace divergir, una pelea alegre, una risa triste, todo en base a la generosidad de prestar oído a los otros y responderles sin la intimidación que a veces nos da lo público. La invitación es para que podamos definir por lo menos algunos puntos que nos ayuden a retomar nuestros proyectos a sabiendas de que hay otros que buscan cosas distintas con medios parecidos.
Por último, esta semana no hubiera sido posible sin la colaboración del CCE y del Magíster de edición de la UDP, y sus responsables Natasha y Jovana que ya mencioné. Pero también de Carlos Labbé, mi compañero de vida y de edición en Sangría Editora, y yo, Mónica Ríos.
Gracias.»
EL MIÉRCOLES A LAS 12 EN AUDITORIO EN VERGARA 240
Habla Bernardo Subercasseaux, autor, entre muchos otros libros, de La historia del libro en Chile (alma y cuerpo). Libro realmente entretenido que, además, revela los aspectos simbólicos y culturales que tiene el libro en contraposición a su vida concreta: si bien los intelectuales y padres de la patria han plantado sus ideales de educación, desarrollo, progreso, conocimiento, libertad, entre muchos otros, en Chile siempre ha habido pocos lectores y hay muchos ejemplos de los fracasos de proyectos editoriales y de imprentas.
El miércoles en el auditorio de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, hablará sobre los contextos editoriales históricos.
CUESTIONARIO Y RESPUESTAS
LAS EDITORIALES INVITADAS AL FESTIVAL
-Colectivo Lingua Quiltra
-Ediciones Animita Cartonera
-Ediciones de la Calabaza del Diablo
-Ediciones del Temple
-Ediciones Tácitas
-Editorial Ciertopez
-Editorial Frontera Sur
-Editorial Puerto de Escape
-Editorial Estruendomudo (Perú)
-Editorial Lanzallamas
-Editorial Mansalva (Argentina)
-Editorial Metales Pesados
-Editorial Sexto Piso (México)
-Editorial Problema
-Interzona Editora (Argentina)
-Mantra Editorial
-Ripio Ediciones
-Sangría Editora
Festival de Microeditoriales
Durante la semana del 18 al 22 de agosto se va a desarrollar en las instalaciones del Cenro Cultural de España y la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, el Festival de Microeditoriales que organizaron estas instituciones junto a Sangría Editora. El programa es el siguiente:
Lunes 18 de agosto: en CCE
18:00 hrs.: Inauguración.
18:05-18:20: Presentación de los organizadores, CCE, UDP y Sangría Editora.
18:20-19:15: Presentación de editoriales: por Mónica Ríos y Carlos Labbé (Sangría Editora), a partir de las respuestas a cuestionario.
19:15-20:00: Vino de honor y exhibición de libros.
Martes 19 de agosto: en CCE
18:00 hrs.: Presentación de las editoriales internacionales
19:00 hrs.: Mesa de discusión 1: ¿Qué es esto de la autogestión y las microeditoriales?
Participan:
Francisco Garamona (Mansalva)
Sergio Parra (Metales Pesados)
Francisco Albornoz (Frontera Sur)
Marco Antonio Coloma (Ciertopez)
Mónica Ríos (Sangría)
20:00 hrs.: Lectura transmediales, narrativa:
Gonzalo León (Calabaza del Diablo)
Marcelo Mellado (Calabaza del Diablo)
Claudia Apablaza (Lanzallamas)
Sergio Meier (Puerto de Escape)
Miguel Vargas (Puerto de Escape)
Carlos Labbé (Sangría Editora)
Maorí Pérez (Ciertopez)
Miércoles 20 de agosto: en UDP
12:00 hrs.: Charla: Contextos editoriales históricos:
Habla: Bernardo Subercasseaux
13:00 hrs.: Mesa de discusión 3: Criterios literarios
Participan:
Carlos Labbé (Sangría)
Héctor Hernández Montecinos (Mantra)
Marcelo Novoa (Puerto de escape)
Eduardo Farías (Editorial Problema)
14:00 hrs: Lecturas transmediales
Marjorie Dávila (Problema)
Eduardo Barahona (Mantra)
Ignacio Muñoz (Mantra)
David Bustos (Lanzallamas)
Jueves 21 de agosto: en UDP
12:00 hrs.: ¿Existe la autogestión editorial en Latinoamérica?
Participan:
Julia Hacker (Interzona)
Álvaro Lasso (Estruendomudo)
Francisco Garamona (Mansalva)
Rafael López (Sexto Piso – Hueders)
Marcelo Montecinos (Calabaza del diablo)
13:00 hrs.: Mesa de discusión 4: Literatura y otros medios
Participan:
Christian Aedo (Ripio)
Héctor Hernández (Mantra)
Sergio Parra (Metales Pesados)
Francisco Albornoz (Frontera sur)
14:00 hrs.: Lecturas transmediales, poesía:
Martin Gubbins (Tácitas)
Cristóbal Romero (Tácitas)
Marcela Parra (del Temple)
Ángel Valdebenito (del Temple)
Viernes 22 de agosto: en UDP
12:00 hrs.: Mesa de discusión 5: Mesa práctica de autogestión: Presentación de casos.
Participan:
Ximena Ramos (Animita Cartonera)
Marcelo Novoa (Puerto de Escape)
Marco Antonio Coloma (Ciertopez)
Julia Hacker (Interzona)
Marcos Arcaya (Lingua Quiltra)
13:00 hrs.: Mesa de discusión 6: ¿Qué es esto de la autogestión y las microeditoriales?
Participan:
Álvaro Lasso (Estruendomudo)
Marcelo Montecinos (Calabaza del Diablo)
Rafael López (Sexto Piso – Hueders)
Federico Eisner (del Temple)
Roberto Contreras (Lanzallamas)
14:00 hrs.: Palabras de cierre de los organizadores. Vino de honor.
SOBRE SELLOS EDITORIALES INDEPENDIENTES EN DIARIO EL PAÍS DE ESPAÑA
REPORTAJE: Editar en los márgenes
El sutil arte de cazar lectores
Los nuevos sellos independientes reclaman su lugar en el mercado – Les unen el mimo, la vocación literaria y un espíritu marginal patente ya desde sus nombres
JOSÉ ANDRÉS ROJO – Madrid – 02/05/2008
Hay datos suficientes para alarmarse. Algunos sostienen que el libro ha perdido ya su prestigio como camino privilegiado para llegar al conocimiento. Como entretenimiento, tiene demasiados rivales, y las nuevas tecnologías facilitan cada vez más el acceso a los contenidos audiovisuales.
Hay datos suficientes para alarmarse. Algunos sostienen que el libro ha perdido ya su prestigio como camino privilegiado para llegar al conocimiento. Como entretenimiento, tiene demasiados rivales, y las nuevas tecnologías facilitan cada vez más el acceso a los contenidos audiovisuales. El lamento sobre el descenso de lectores viene de lejos y, periódicamente, un nuevo soporte tecnológico (ahora es el Kindle) amenaza al tradicional, el que está hecho de páginas. Con ese panorama, ¿hay alguien que pueda explicar la consolidación de tantos proyectos editoriales independientes en España? Un dato del reciente informe sobre la producción editorial de 2007, hecho por el Instituto Nacional de Estadística (INE), revela que la tirada media de los casi 64.000 títulos publicados es de 3.111 ejemplares. Tiradas menores, búsqueda de lectores concretos. Lo pequeño se impone.
Buena prueba de ello son las editoriales convocadas para este reportaje. Sus catálogos rigurosos, la presentación elaborada y pasión por el oficio les unen. No sólo eso. Son tantos los nuevos y pequeños editores que el criterio para elegirlos ha sido en esta ocasión su nombre. Periférica, Minúscula, Libros del Asteroide… Todas comparten desde su bautismo un campo semático que remite a lo marginal.
«Conservamos intacta nuestra confianza absoluta en la potencia explosiva de la palabra escrita cuando entra en resonancia con la experiencia vivida», dice Amador Fernández Savater. Es uno de los amigos que pusieron en marcha Acuarela (se fundó en 1999, ha publicado 28 títulos y da nombre también a un sello discográfico, una revista y un grupo de música), que ahora trabaja con la editorial Antonio Machado. No Irish, No Blacks, No
Dogs, de Johnny Rotten (Sex Pistols) resume lo que persiguen: «Un relato en primera persona, una crítica radical de lo existente, una invitación a experimentar sin miedo fuera de lo conocido…». «Preferimos proponer libros sin recurrir a estridencias, casi en voz baja», comenta Valeria Bergali, de Minúscula (2000; 40 títulos). «Esto no significa que renunciemos a ser ambiciosos». Lo han sido. En su catálogo hay perlas como LTI. La lengua del Tercer Reich, de Victor Klemperer, o Las ciudades blancas, de Joseph Roth, e irán publicando los seis volúmenes de Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov.
Además de algunas editoriales independientes que ya han hecho historia como Anagrama, Tusquets o PreTextos, desde hace unos años hay otras muchas que se lanzan a la batalla del libro. Lengua de Trapo fue una de las primeras de esta nueva hornada. Le siguió Páginas de Espuma, y luego llegó el aluvión: Gadir, Nórdica, Barataria, Bartleby, Ediciones del Viento, Laetoli, Menoscuarto, Candaya, Global Rhythm, Cabaret Voltaire, Rey Lear, Melusina, Berenice, KRK, Bassarai, Abada, Katz, Marbot… En este mundo hace falta pasión, pero también importa hacerlo bien.
Es el caso de Libros del Asteroide (2005; 34 títulos), que consiguió poner en el mapa a un escritor como Robertson Davies con su Trilogía de Deptford y que, entre los españoles, ha rescatado El maestro Juan Martínez que estaba
allí, de Manuel Chaves Nogales. «Rechazamos deliberadamente que lo nuevo sea necesariamente un valor en sí mismo y por eso proponemos libros que ya han sido leídos y disfrutados por multitud de lectores en otros países», explica Luis Solano. «Son las pequeñas editoriales las que menos libros malos publican», afirma Julián Rodríguez, de Periférica (2006; 24 títulos). «Porque su programación es tan corta que pueden elegir sólo lo mejor, lo más interesante, y porque su prestigio, aún en vías de consolidación, se fundamenta en la calidad constante». Enrique Redel, de Impedimenta (2007; 10 títulos), insiste en una idea que comparten todos: «El culto por la estética es una especie de signo de los tiempos, y no somos ajenos a él. Creo que es por eso por lo que la mayoría de las nuevas editoriales cuidamos hasta la exasperación nuestra imagen de cara al público».
Y entonces, llegamos a sus nombres. Porque desde ahí ya muchos definen el terreno que pisan. «Periférico como autónomo», explica Julián Rodríguez recordando a Leonardo Sciascia, «es decir, como dueño de su propio destino». Santiago Tobón, de Sexto Piso (2002; 65 títulos), lo cuenta así: «El nombre es una combinación entre una idea muy clara que siempre tuvimos del logo (un sujeto lanzándose desde un edificio) y una muletilla que utilizamos desde hace años entre nosotros: ‘Prefiero lanzarme de un sexto piso a…’. La intención de búsqueda permanente del riesgo implica emprender proyectos basados en el gusto y en la calidad literaria».
Cierto espíritu suicida igual es necesario, pero la juventud de los proyectos, y de los propios editores, revela que sigue habiendo un público interesado en leer. Las tiradas de las primeras ediciones van de los 1.000 ejemplares a los 5.000 (en contados casos). La aventura es casi la de salir a buscar uno a uno a los lectores. Enrique Redel (Impedimenta) reconoce haber editado «rarezas» y «exquisiteces», pero celebra haber apostado por los cuentos de Andrés Ibáñez. En Periférica el abanico es más amplio: clásicos y contemporáneos y una apuesta decidida por autores latinoamericanos desconocidos (Carlos Labbé, Yuri Herrera…), aunque sus cifras de venta sean «ruinosas». De la variedad de caminos que explora da idea su exitoso empeño en dar a conocer las novelas del serbio Goran Petrovic y arriesgar con títulos como Memorias de un enfermo de nervios, de Daniel Paul Schreber.
«¿Quién le compra hoy a su hijo una enciclopedia en papel?», se pregunta Solano (Asteroide), que considera que el libro ha perdido la batalla «por ser el primer transmisor de cultura». Pero no ve mal el momento editorial de nuestro país: «Se leen más libros, de más calidad y mejor editados que nunca». Julián Rodríguez apunta a otro sitio: «Hemos nacido en una época donde podemos ser editores sin ser ricos». Lo permiten las nuevas tecnologías.
Eso sí, al libro electrónico no le tienen mucho temor. «El libro es muy práctico, está por demostrar que pueda haber algo mejor que el libro… para lectores», dice Fernández Savater. Y Valeria Bergali: «El libro sobrevivirá, es casi perfecto. Y digo casi porque la perfección, dicen, no existe».
Más información en el blog El rincón del distraído, de José Andrés Rojo.
50.000 euros en cuentos
Son muchas las editoriales que publican cuentos, pero Páginas de Espuma se ha tomado la batalla por la defensa de este género como una cuestión personal, por así decir. No se ha limitado simplemente a publicar relatos de autores muy diferentes, sino que ha tratado de incorporar la vocación por lo breve como una seña de identidad del sello.Hace poco su lucha se concretó en una iniciativa muy ambiciosa: Páginas de Espuma es la editorial que publicará el libro ganador del premio más cuantioso destinado a apoyar al relato como género.Se trata del I Premio Internacional de Narrativa Breve, de carácter bienal y dotado con 50.000 euros para el me
jor libro de cuentos inédito en castellano. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero se encarga de la parte económica del asunto y Páginas de Espuma es la que se ocupará de materializar el libro (el primero de ellos, previsto para 2009).Como comentaba el día de la presentación del premio Juan Casamayor, responsable de la editorial, en un cuento «nada puede sobrar ni faltar, requiere una técnica exquisita que elimine lo sobrante y deje sólo la esencia, como un buen vino».Así que vino y literatura en el caso de Páginas de Espuma. El camino parece ser justamente ése: buscar cómplices, establecer pactos, unir esfuerzos. Varias de las nuevas editoriales independientes comparten imprenta, se soplan quiénes son los buenos traductores, colaboran a la hora de buscar distribuidor, se reúnen en congresos.La unión hace la fuerza. Es la única salida para competir en un mercado plagado de novedades y en el que mandan los grandes grupos, y donde si algunas editoriales independientes, ya clásicas, han sabido mantenerse ha sido por su inmejorable olfato y buen hacer.
EL ARCA EN EL BLOG BUSCANDO A SYD
El Arca
Tanta libertad dada a los participantes es la que dio al fin el resultado: un libro fresco, que cumple con mostrar lo que los escritores emergentes –no por ello necesariamente bisoños– de Latinoamérica están haciendo. Así que este abecedario–bestiario tiene otra función alterna, quizá no consciente: reunificar aquel espíritu literario continental que ya se había perdido, y de la cuál ya sólo fue quedando un eidolon de magras dimensiones, dinamitado por demás en multitud de fragmentos incomunicados. La aglutinación no es algo que pueda darse artificialmente. Es preciso pegar los pedazos con ternura editorial.
Me pidieron un cuento, a pesar de que ya no había espacio en la antología, es decir que ya todas las letras estaban tomadas, así que inventaron eso de un cuento–polizón, lo cuál me cuadra perfectamente, porque yo siempre me he sentido polizón en esta puta vida, un ilegal, y un arrimado. Pero en este caso, soy un polizón a quien han tratado como capitán, lujosamente. El cuento que mandé es correcto, aunque contiene un gravísimo error… que no voy a revelar.
Columna publicada el 10 de abril de 2008.
http://buscandoasyd.blogspot.com/2008/04/el-arca.html
LAS VENTAS y EL FESTIVAL DE MICROEDITORIALES
Después de ya cinco meses que pusimos El Arca a disposición de Uqbar para que lo distribuyera, de algunos medios para que lo comentaran y de preguntar en algunas librerías cómo ha sido la recepción, podemos decir que hemos vendido el 10% de nuestra tirada. Puede sonar como si fuera mucho, pero sólo sacamos 300 ejemplares y 50 se fueron a cada uno de los autores y los compiladores, a los medios de prensa y alguno que otro amigo a quien Carlos y yo, Mónica, quisimos regalarle estos cuentos. O sea, hemos vendido como 30. No es difícil imaginar por qué algunas editoriales buscan libros que vendan para poder subsistir; a pesar de esto, simplemente no nos da nada de placer seguir viendo ese tipo de cosas en el mercado y creo, por lo menos por ahora -uno nunca puede prometer cosas como esta para el futuro, tal vez cómo cambie uno, cómo cambien las cosas, cómo cambie el mundo-, que no publicaremos cosas como esas que detestamos ver en los anaqueles de las librerías.
La pregunta es ahora qué podemos hacer para dar más salida a El Arca y a las próximas novedades que vienen a mitad de año y que inaugurarán nuestra colección Reserva. Por lo pronto nos concentramos en sacar adelante un proyecto junto al Centro Cultural de España, un Festival de Microeditoriales, que quiere aunar a las pequeñas editoriales chilenas de literatura y a alguna que otra de Latinoamérica. Por lo pronto invitaremos a una de Argentina, una de Perú y una de Bolivia, con la posibilidad de que vengan algunas de Uruguay y México. Es extraño, eso sí, que este Festival de Microeditoriales sea una iniciativa que nace desde el Centro Cultural de España. España, justamente. O tal vez no lo sea tanto; será porque este tema -la autogestión, posturas abiertas y antimercantiles- ya permite discusión pública en ese país y tal vez por la calidad de la gente que trabaja y propone en estos proyectos en el CCE de Santiago. Por lo pronto, estamos trabajando con Natasha Pons, una artista visual y gestora cultural. Tenemos altas expectativas puestas en este Festival, y también el temor de que el desgano, tan chileno, y la falta de discusión, también tan típico de algunas personas del ámbito literario de nuestro país, no nos permita conseguir lo que queremos: revisar experiencias de las microeditoriales en Chile y Latinoamérica, con datos duros y opiniones fuertes sobre lo que aportan a la literatura y al ámbito cultural del país. Y tal vez, si el amor que le pongamos todos a esto lo permite, podamos proponer cosas que hacer en el futuro para hacer que las microeditoriales perduren y nos sigan deleitando con esos verdaderos fetiches en que convierten la forma y el contenido de un libro.
EL ARCA EN EL BLOG HIJO DE CHUCK NORRIS:
Haciendo arcadas
Hace unos cuantos meses, ya perdí la cuenta (bueno, en realidad perdí los correos electrónicos de esa fecha, que hubieran fingido una buena memoria), me invitaron a participar de una antología iberoamericana de relatos.
Pero no era una antología de las fáciles; no alcanzaba con responder el mail adjuntando alguna pieza de garbage escrita hace tiempo. Esta vez tenía que ser una nueva pieza de garbage. ¡Y aún peor! Había condiciones, porque era una recopilación temática.
Titulada «El Arca», daba a cada uno de los participantes una letra del abecedario, y al mejor estilo tutti-frutti, el favorecido debía escribir un cuento «inspirado en un animal real, ficticio o mitológico». No era necesario que protagonizara la historia, pero «debía ser mencionado claramente al menos una vez», según cuenta el blog promocional.
Sí, casi dos años en un portal de noticias me convirtieron en un citador profesional.
Como todo proyecto asmático (esfuerzo hecho a pulmón) tuvo sus idas y venidas, hasta que sobre finales de 2007 y principios del corriente se confirmó la salida de las ediciones chilena y peruana de «El Arca».
Por aquellos lares ya tuvo una linda recepción, sobre todo por la presencia de escritores de esos mismos lares recién mencionados (o sea, aquellos). Esos primeros recortes de prensa, además del prólogo completo, pueden encontrarse en la dirección electrónica
http://elarcabestiario.blogspot.com.
Allí mismo pueden descargarse un pdf con tres cuentos de manera promocional. Quién lo hubiera dicho, el mío es uno de esos tres. Así que descubrirán rápidamente que me tocó la letra i (poca liga) y que mi historia se titula con la elección más fácil (seguro que si jugáramos tutti-frutti ponemos todos lo mismo). De cualquier manera le busqué la vuelta… o mejor dicho, esa fue la única vuelta que le encontré.
Un lindo cuentito que será refritado como corresponde, cuando llegue el momento.
¿Por qué recordar este proyecto justo hoy? Bueno, porque me llegó una copia de la edición chilena. Con tanta era del e-miel, había olvidado lo lindo que se siente recibir correspondencia que no sean cuentas. Aquí está, éste es:
Completando con información que pueden encontrar en el blog, pero que quizás alguno sea muy vago como para cliquear, les dejo la lista de participantes. 29 letras, más una ficción dedicada a Noé y otra a un animal polizón.
LAS AGUAS ABISALES Carlos Labbé (Chile)
LA ARAÑA Norberto Luis Romero (Argentina)
LOS BENTEVEOS Rosalba Campra (Argentina)
EL COCODRILO Eva Cabo (España)
LOS CHANCHOS Leonardo Valencia (Ecuador)
EL DELFÍN Ricardo Sumalavia (Perú)
EL ESCARABAJO Víctor Montoya (Bolivia)
EL F Efraim Medina Reyes (Colombia)
LOS GATOS Álvaro Bisama (Chile)
EL HARFARTUS Vizania Amezcua (México)
LA IGUANA Ignacio Alcuri (Uruguay)
LA JACA Carmen Camacho (España)
EL KOALA Mayra Santos-Febres (Puerto Rico)
EL LEÓN Alberto Chimal (México)
EL LLULL Viviana Paletta (Argentina)
LAS MARAS Mara Aguirre (Argentina)
LA NADA Claudia Ulloa Donoso (Perú)
LOS ÑAÑARAPUS Cecilia Eudave (México)
LOS OSOS Pedro Cabiya (Puerto Rico)
EL PULGÓN Claudia Apablaza (Chile)
EL QUIRÓPTERO Ricardo Silva Romero (Colombia)
EL RINOCERONTE Carlos Bustos (México)
LA SERPIENTE Jacinta Escudos (El Salvador)
EL TOPO Rosa Elvira Peláez (Cuba)
EL UNICORNIO Mónica Belevan (Perú)
LA VÍBORA Marcial Fernández (México)
LA W Edmundo Paz Soldán (Bolivia)
EL XANTI Salvador Luis (Perú)
LA YEGUA Elena Medel (España)
LOS ZANCUDOS Alejandro Zambra (Chile)
POLIZÓN: LA RUINA QUE VINO A SARA Maurice Echeverría (Guatemala)
A riesgo de quedar como un alcahuete (y me la banco), agradezco a Cecilia Eudave y a Salvador Luis, compiladores de la obra, por la confianza (¿miopía?) demostrada.
VEANLO EN: http://hijodechucknorris.blogspot.com/2008/02/haciendo-arcadas.html
El Arca en revista Plagio
Nos salvamos juntos
24.03.2008
De un tiempo a esta parte el discurso sobre el calentamiento global y sus nefastas consecuencias se ha instalado en la cotidianeidad de las personas. En un escenario donde el fin del mundo pareciera estar a la vuelta de la esquina, no es de extrañar que surja un sentimiento apocalíptico en la población, y que consecuentemente este sentimiento se perciba también en el arte.
Surgen entonces ciertas iniciativas salvadoras. Como la de un grupo de escritores hispanoamericanos que, al igual que Noé, decidieron construir un arca para sobrevivir y por supuesto, trascender. Si bien en este caso no es Dios quien los exhorta, sí están guiados por algo bastante parecido a la divinidad, la palabra.
Esta especial arca adquirió la forma de una antología de cuentos, donde a treintaiún escritores hispanoamericanos se les pidió escribir una narración por encargo. En uno de los prólogos se señalan las reglas que debieron seguir los autores: “1. elegir un animal real o engendrar una criatura ficticia a partir de una letra del alfabeto; 2. el personaje del relato no tiene por qué ser el animal elegido, el enfoque puede ser oblicuo, y 3. la trama, la temática y el estilo son absolutamente libres”.
Detenerse en cada uno de los cuentos que conforman este bestiario es tarea larga, sobre todo por las distintas formas de abordar el pie forzado que asumió cada autor. Sí se puede hablar del resultado final y de los elementos unificadores y comunes.
La participación de los animales en El Arca es bastante variada. En “Cocodrilos” son absolutos protagonistas; en cambio en “Delfín” son simplemente una insignia en la bandera de un niño scout; pueden actuar como adjetivo y ser el sobrenombre de un individuo al que llaman “Koala”. En “Chanchos” los animales están humanizados, y en “Arañas” tienen una conexión sobrenatural con los hombres. También hay seres humanos que en vidas pasadas fueron animales, como en “León” y “Jaca”.
Si bien los cuentos son distintos entre sí, globalmente hay un algo que los asemeja y que lamentablemente produce cierta monotonía. Por ejemplo, el tono mítico y profético es algo que se reitera. Por otra parte, y quizás en relación a la temática animal, tan propia de las narraciones para niños, en varios se percibe un incómodo tono infantil. Hay un par que pretenden ser existenciales y profundos, pero al final no consiguen ni lo uno ni lo otro.
Al estar relacionadas con la temática animalesca, es inevitable que algunas de estas narraciones tengan rasgos de parábola y fábula. El problema está en que por algún motivo, justamente estos cuentos son los menos logrados, algo no calza y resultan un poco falsos y fuera de tiempo. Si no fuera por la necesidad de incluir cada letra del alfabeto, algunos textos podrían haber quedado fuera sin problemas.
Es necesario señalar que también hay elementos que se repiten, pero que contribuyen a enriquecer y dar vida a los relatos, además de alentar a seguir leyendo. Sumamente atrayentes son la sordidez y oscuridad inesperada de algunas narraciones, como “Yegua” y “Benteveo”, también la ironía y el humor de “Iguana” y “W”.
Por otra parte, el tema impuesto parece haber sido una gran dificultad para algunos de los autores, para otros en cambio fue una excusa perfecta para mostrar su talento y crear una narración de gran valor. Algunos de los puntos culmines de la antología son “Benteveos” de la argentina Rosalía Compra, “Gatos” del chileno Álvaro Bisama, y “Osos” el puertorriqueño Pedro Cabiya.
Aunque no queda claro el criterio que primó a la hora de escoger a los escritores, un aspecto valioso de esta antología es que sin duda es un muy buen muestrario de autores, que contribuye a demostrar que lo hispanoamericano se define en gran medida por la diversidad. Es sin duda, una buena ocasión para descubrir y adentrarse en la pluma de escritores que de otra forma sería poco probable conocer.
Por último, en el marco de las crisis fronterizas y diplomáticas que viven los países latinoamericanos, El Arca se transforma en una especie de utopía, pues en ella conviven las distintas nacionalidades sin ningún problema ni enemistad. Hay un rol social que no está en los relatos, sino en el hecho mismo de antologar y optar por la acción.
Del valor futuro de esta antología, sólo podrá hablar el tiempo.
EL ARCA EN DIARIO LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DE CHILE
Recién comienza
Hace ya tiempo estábamos tentados con una idea como esta; tal vez desde que empezaron a aparecer frente a nuestras narices libros de un contenido deseable, pero en una envoltura empolvada y ruinosa. No me acuerdo qué día fue que tomamos la decisión, pero sé que al día siguiente llegó un correo-e de Salvador Luis a la casilla de Carlos inquiriendo sobre qué editorial podría estar interesada en publicar esta compilación en Chile. Nostros sabíamos de El arca, porque Carlos había sido invitado a participar en ella. Así que él mismo ofreció nuestra editorial, que aún no existía legalmente, sino en nuestras cabezas.
Y ahora, sólo cuatro meses después, está el libro editado en nuestras manos; en algunas librerías chilenas; por correo regular, camino a las estanterías de los libros de los autores de los cuentos, y ya en treinta o cuarenta casas de lectores que se tentaron con la portada y el contenido.
Primera entrada, pero no primer día de Sangría
Sangría Editora existe desde el día en que, cansados de que nos miraran con el entrecejo cuando proponíamos publicar una fascinante novela del año veinte los mismos que nos pagaban tarde, mal y nunca para después decir que nuestro trabajo estaba lleno de erratas, decidimos la Moni y yo hacernos cargo de nuestro propia casa editorial. Como quien dice: es mejor comprar una casa que arrendarla, además que podemos llevarnos este techo a donde quiera que vayamos.
Luego vendría Joaquín, el diseñador y artista. Ya hablaremos de él.
Ayer estaba durmiendo y me desperté a las cinco de la madrugada con una idea: esta, un diario de edición. Hoy esperé tener algo de tiempo libre y escribo: este es el diario de una editorial, Sangría Editora. Acá escribiremos sobre el nacimiento, vida y muerte de los libros en que trabajamos, y también del más allá de ellos, confiados en que ser editor no es ser empresario, sino autor. Sangría, ya saben, es un antiguo remedio. También lo que hace que nuestros ojos respiren y, sobre todo, ese lugar del brazo tan tocable como sensible que está en el reverso del codo.